dilluns, 30 de desembre del 2019

Hildebrando Gaviria: "El sacerdote es un medio"

No concibo la primera semana del mes de agosto sin visualizar Galicia, terra do meu pai, que diría Julio Iglesias. Mi vinculo con este lugar, concretamente con la pequeña localidad fronteriza de Entrimo (Orense), tiene sus orígenes en el repentino ataque de morriña que, hará más de una década, condujo a mi tía María Rosa a volver al pueblo natal de mi abuelo. Por algún extraño motivo me he convertido en su fiel acompañante, junto a mi tío José, en esta especie de peregrinación anual a lo que Elena y sus amigas definen como lo enxebre (lo puro, lo tradicional, lo intrínsicamente gallego).

Alejarse de la ciudad produce en mi una especie de paz interior que me lleva a apartarme de mis complejos de urbanita para tornarme un hombre más serio y respetable. Mi estancia en el pueblo es una excusa para el desarrollo de vicios mayormente rurales como lo son pasear, fumar lento y leer el ABC. Este periódico, frecuentemente denostado por la progresía, es el compañero ideal para las mañanas soleadas de bar y cafelito, más aún si incluye secciones de tan elevado encanto como España, camisa blanca donde el amigo Salvador Sostres entrevista a la flor y nata de la pell de brau. Las entrevistas de Sostres transmiten algo que cuesta describir, una mezcla entre bizarría y fe, nostalgia y serenidad. Entre los protagonistas, gente tan dispar como Carlos Herrera, Maria del Mar Bonet o el Padre Apeles. Es la entrevista a este último la que me lleva a hacer algo que nunca ante me había planteado: entrevistar a un cura.



Tras la misa por la Asunción de la Virgen María (15 de agosto) alcanzo al sacerdote Hildebrando Gaviria Rincón (Boyacá, Colombia, 1980) con la intención de que me conceda una entrevista. Lo hace encantado y quedamos para el día siguiente. Sentados en un banco de piedra a la puerta de la iglesia de Santa María la Real, enciendo la grabadora dando por empezada la entrevista más espiritual que he realizado hasta el momento.

Recomiéndeme una película.

La misión. Me encanta que el protagonista lleve siempre esa mochila tan cargada, me parece un buen ejemplo. A veces lo tenemos todo para ser libres y seguimos cargando. Mire, el dolor de las personas suele deberse a que no han sido capaces de perdonar o no son capaces de pedir perdón.

Y un libro.

Las confesiones de San Agustín. Es una bella biografía de todos aquellos seres humanos que se sienten amados por Dios. Yo antes de ser lo que soy fui una persona que vivió una etapa de juventud en la que estuve lo más alejado de la Iglesia que pude. Como San Agustín yo buscaba la verdad, algo que llenara realmente mi corazón en sentido estricto pero no lo encontraba. 

Y entonces vino la fe.

Todos tenemos el don de la fe, hay que atreverse a ponerla en práctica. Yo sé sumar pero solo lo demuestro cuando sumo. Con la fe pasa lo mismo, ¿cuándo pongo en práctica la fe? En los momentos de contrariedad que existen en la vida de cualquier ser humano: incomprensión, soledad, dolor, angustia, alegría.

¿La alegría?

Si no tenemos con quien compartirla se puede convertir en algo negativo. Nosotros, los seres humanos, somos tan complejos que nos creemos muy grandes cuando somos sencillitos y vulnerables. 

No somos nada...

Yo como ser humano estoy dentro de una realidad que se llama creación y no soy ni tan grande ni tan pequeño.

¿Cómo llegó aquí?

Los sacerdotes me dijeron que tenía la oportunidad de quedarme en Colombia o irme a estudiar a España. Nunca en la vida se me pasó por la cabeza la idea de salir de Bogotá. Quiero muchísimo Bogotá. Pero me tocó dejar todo lo que yo tenía para seguir a mi vocación. Yo no lo decidí. 

¿?

Yo se que Dios actúa a través de seres humanos que él coloca para que nos puedan ayudar. Fue su voluntad, no mi capricho.

Y llega a España.

Al seminario de Olías del Rey (Toledo) donde viví con los miembros de una congregación que se llama Operarios del Reino de Cristo. Estuve un año con ellos. Después fui a Zaragoza. Pero enfermé.

¿Algo grave?

Una otitis. Regreso a Colombia y me doy cuenta de que el sacerdocio no es para mi. 

Vaya.

Para ser sacerdote no solamente se necesita tener vocación. Hay que poder rendir a nivel académico y físico. 

Como una estrella de Rock.

Es necesario estar a tope. Y en ese momento yo no podía.

Pero yo le veo con sotana.

Volví a España para trabajar. En Zaragoza me habían contado que Galicia se parecía mucho a Colombia.

¿Y qué hizo?

Decido venir a Galicia y me doy cuenta de que es verdad, se parece muchísimo al lugar de donde vengo: su gente, su tradición, su sencillez… Me puse a trabajar en una frutería de Orense aunque en Colombia yo era chef.

Hasta que…

Un día en misa me viene a la mente la idea de volver al sacerdocio. Miré a la virgen y le dije: “madre, si es de gracia de Dios que yo sea cura, anímame a preguntarle al sacerdote qué se necesita para serlo”.

Y le animó.

Sí, volví al seminario y me acabaron ordenando sacerdote hace dos años. Y aquí estoy con nueve parroquias (ríe).

¡Nueve!

Seis parroquias en Entrimo y tres en Lobios.

No debe dar abasto.

Uno hace lo que puede. En la mañana puedes estar celebrando un bautizo, que es algo festivo, y el sacerdote debe compartir con los fieles su alegría porque una nueva persona entra a formar parte de nuestra familia como hermanos en la fe. Pero, esa misma tarde, puedes encontrarte con un funeral. 

La implicación emocional es mucha.

Hay que saber estar con las personas, entenderlas, sufrir con ellas o reír cuando sea el momento. Saber decir la palabra adecuada. La alegría o el dolor de los fieles me afectan. Muchas veces, en la noche, he de pedirle al señor que me ayude. Y, a parte, una parroquia es una familia y todas tienen sus problemas, sus tira y afloja.

Y más con nueve familias.

Todas ellas únicas y bellas en sí mismas. Dan mucho trabajo pero lo hago por amor vocacional, es la única forma. Eso es lo bonito.

Ve alguna similitud entre su oficio de chef y el sacerdocio?

No. Son distintos. En la cocina uno hace su trabajo y lo hace por amor, pero no deja de ser un empleado con su horario. En cambio los sacerdotes nos implicamos totalmente.

Dios no entiende de horarios.

Ni días festivos ni nada de eso. Cuando unos celebran su descanso, nosotros les ayudamos a que obtengan la paz espiritual.

Esto tiene mucho mérito.

El que hace el milagro no es el cura, el que habla bien tampoco es el cura y las palabras del cura no llenan el alma, no sanan las heridas del alma. El que sana es el espíritu santo a través de las palabras del cura. El sacerdote es eso, un medio.

¿Cuál es el papel de la iglesia a día de hoy?

Es fundamental. Nuestro papel es decirle a la gente que hay alegrías grandes y bellas pero que se fugan muy fácilmente, se escapan. Y a veces estas alegrías nos dejan incluso más vacíos.

¿Por qué?

La respuesta es sencilla, mire, Dios es el único que colma los deseos del ser humano. Dios colma, plenifica, sacia y te da una paz, una alegría, que solo él puede brindar. Aquí en España hay mucha gente mayor.

Una población envejecida.

Son personas a las que se debe tanto… Han hecho tanto por la sociedad… Y en este momento se les ve a ellos como si no valieran nada, retirados, solitos, olvidados. La Iglesia está dando alivio a esos corazones que lo dieron todo y que ahora se preguntan “quién soy yo”.



El Sol empieza a ponerse entre las montañas gallegas y con un gesto amable Hildebrando da por acabada la entrevista. Nos despedimos y abandono la iglesia con una extraña sensación de paz, de armonía. Unos días después me invita a un café. es un buen hombre.


Joan Simó

dissabte, 28 de desembre del 2019

La guerra de les galàxies

L'altre dia vaig anar al cinema a veure la darrera entrega d'aquesta saga, de mai no acabar, basada en les aventures d'un grupet de fanàtics religiosos que es barallen entre ells per veure qui té l'espasa més llarga. He de confessar que la meva relació amb Star Wars, altrament coneguda com La guerra de las galaxias (un dels punts àlgids del funest art de la traducció de títols fílmics al castellà de forma matussera, només superat per The sound of music A.K.A. Sonrisas y lágrimas) ve de lluny. Recordo tardes senceres de visió i revisió de films de dubtosa categoria intel·lectual com El Imperio contraataca o La amenaza fantasma acompanyat d'infinitud de bols de crispetes, ampolles de Fanta de taronja (una beguda soltera que encara no havia conegut el seu amant rus de nom Vodka) i companys de classe tant o més rarets que jo. Recordo també ridículs combats amb espases invisibles a qui nosaltres mateixos, amb l'energia inesgotable que ens produïa l'arribada de l'hora del pati, posàvem so de làser rogent. Combats que sovint acabaven en aferrissada disputa per tal de determinar qui havia guanyat, qui de nosaltres era el veritable mereixedor del títol de jedi.



Passats els anys i mentre la meva mascara de Darth Vader acumulava pols en un racó amagat d'una prestatgeria vella, Disney va comprar els drets de la famosa saga amb la voluntat d'incorporar-ne tres episodis nous. D'ençà que va estrenar-se el primer film de la recent trilogia, en Miquel, en Jaume i jo hem assistit religiosament al cinema Phenomena per veure cada un dels seus capítols. La decepció de tots tres ha anat augmentant amb cada nova entrega. Si El despertar de la fuerza (Episodi VII) fou un xic decebedora, Los últimos jedai (Episodi VIII) suposà una frustració absoluta. És per això que la nostra cita amb El ascenso de Skywalker (Episodi IX) no prometia gran cosa.

Només començar la projecció veig acció, molta acció, una acció, basada en trets i xocs d'espases, mancada de tota lògica argumental. En adonar-me del nivell de ximpleria i vacuïtat que, de ben segur, m'acompanyarà durant les més de dues hores que dura el llargmetratge, decideixo fer el que fa molt de temps que hauria d'haver fet: tornar a ser un nen. I és que, vista amb ulls de criatura, la pel·lícula, tot i que no deixa de ser una grandiosa merda, es converteix en quelcom fascinant. Els meus prejudicis d'espectador cínic s'esvaeixen deixant pas a l'emoció nua, a la simple recepció d'inputs que absorbeixo amb absoluta manca de sentit crític. Disney vol, amb la inestimable ajuda de la música de John Williams, que pateixi, doncs pateixo; Disney vol que plori, ploro; que rigui, ric.

Quan l'enorme Coca-cola de preu abusiu, que he comprat a l'entrada, em fa entrar unes temibles ganes d'orinar no m'atreveixo a abandonar la cadira, tot és massa apassionat, massa entretingut i explosiu per a perdre'm un sol segon. Finalment acabo corrent cap al lavabo i allí, tot forçant el meu esfínter per acabar la micció tan aviat com sigui possible, coincideixo amb un nen de poc més de dotze anys. Mirant als seus ulls descobreixo la mateixa emoció innocent dels meus dies de frikisme preadolescent i beneeixo al pervers sistema capitalista per haver-nos dotat d'aquest tipus de divertiments absurds capaços de fer-nos viatjar a mons de fantasia aliens a una realitat grisa, mediocre i sense espases làser.

A vegades penso que un dels pocs motius que em podrien portar a voler ser pare seria la d'agafar al meu presumpte fill i, abans no s'hagi deixat seduir per pantalletes i entreteniments digitals de cap mena (cosa ben difícil en els temps que corren), enfrontar-lo, tot havent apagat les llums, a L'Arrivée d'un train en gare de La Ciotat. El seu terror davant la imatge d'un tren de vapor que avança impassible cap a ell, l'espectador, sols seria comparable amb la por que degueren sentir els assistents a la vetllada cinematogràfica organitzada pels germans Lumière el 28 de desembre de 1895. El seu rostre, menut i espantat, seria la més clara mostra del poder que pot arribar a tenir la màgia del cinema. L'única màgia capaç de salvar-me en una freda tarda de Sant Esteve.

dilluns, 23 de desembre del 2019

Marcos Franz: “Soy una especie de Mozart pero en versión millennial”

Esta entrevista fue realizada hace dos años en la fría terraza de un bar del polígono de Mataró. La foto es posterior. Ha pasado el tiempo y, de los chupitos, hemos pasado a los puros. La elegancia siempre gana.



Pero remontémonos por un momento a esa noche de 2017. Marcos Francisco (Mataró, 1993) acepta la entrevista con la condición de realizarla "muy ebrios". Leyó hace poco Miedo y Asco en las Vegas y está convencido que la vía etílica es la única forma certera de afrontar cualquier labor periodística. No le pongo pegas y, tras un par de cubatas, enciendo la grabadora.


¿Músico o actor?

Más actor que músico. Pero es complicado definirse, he divagado mucho. Empecé interpretación teatral a los once años, pero a los quince me vino un venazo Rolling Stone. Quería ser una puta estrella. 

¿Y qué pasó?

Acabé la ESO y mi familia me preguntaba “¿Qué vas a hacer con tu vida?”. Así que me metí a estudiar una FP de empresa. Fueron dos años de mierda. Y decidí irme a Barcelona para intentar ser actor. Lo conseguí, creo que tengo una flor en el culo.

Llega Merlí, la fama y sacas el disco Start.

Sí. Por algún motivo Tot en ella (el single del disco) triunfó hasta en Sudamérica​, y eso que no deben entender lo que dice; está en catalán.

La camarera interrumpe la conversación y nos sirve unos chupitos. Para él tequila, para mi vodka. “¿Qué hacéis?” pregunta. “Una entrevista” respondemos al unísono. Nos mira perpleja: “vaya momento para hacer una entrevista…”. Tras esta breve pausa, seguimos. 

¿Cuáles son tus referencias musicales?

En cuanto a música clásica; Bach, Mozart y Chopin, en ese orden. Bach sobretodo, nadie lo supo valorar en su momento y ahora sería un auténtico mojabragas. Y en cuanto a moderna; los Beatles, los Stones y Oasis, no tanto por su calidad musical como por su carisma.

Vendes miles de discos pop y ahora te da por la música clásica. ¿Por qué?

Era un monigote en manos de la discográfica. No hacía lo que yo quería, era música de plástico. Una mañana me desperté y decidí crear las Franshettas.

¿Franshettas?

Mis amigos me llaman La Fransha y creo que estas composiciones cortas son un reflejo de mi espíritu. El otro día me di cuenta de que duran lo mismo que una historia de Instagram. Soy una especie de Mozart pero en versión millennial, aunque no estoy tan loco.

¿Seguro?

Absolutamente. El tío era una estrella del rock de su época. Siempre estaba de farra y cuentan que una vez se compró todos los sombreros que había en una tienda. Yo nunca me gastaría el dinero así… Bueno, a no ser que sea en el casino…

Dicen que el juego conduce a la autodestrucción.

Sí, pero la autodestrucción es propia del ser humano. Oye, ¿tienes un cigarro?





Joan Simó

dissabte, 21 de desembre del 2019

Bernat Dedéu: “Nosaltres érem els nanos llestos que, en un país normal, havíem de manar”

L'aquí present havia de ser una entrevista radiofònica, és per això que no disposava de cap foto d'en Bernat i m'he vist obligat a pispar-ne aquesta al senyor Toniher.

“Serà o a l’Ascensor o al Belvedere”. En dir-li que no coneixia cap dels dos locals i que l’únic Belvedere del que havia sentit a parlar era el palau vienès, va decidir que aquest bar del Passatge Mercader seria el nostre lloc de trobada. Cap a les set de la tarda me’l trobo assegut a la terrassa exercint, puro en boca, el seu envejable rol de senyor de Barcelona. “T’agrada el gintònic?”. La meva resposta, afirmativa com no podia ser d’altra forma, suposa l’inici d’un refinat procés etílic coordinat pel degà Ginés Pérez.

Bernat Dedéu (Barcelona, 1979) comença parlant de música i de com aquesta reflecteix l’esperit dels pobles. També parla de política i de periodisme. Un tema porta a l’altre i així passa gairebé una hora abans no em vingui al cap la gloriosa idea d’encendre la gravadora, donant el tret de sortida a l’entrevista.



Els teus orígens en l'articulisme polític es remunten als temps en què col·laboraves amb la Fundació Catalunya Oberta, capitanejada per Lluís Prenafeta. Eres un jove convergent?

No. Adscripció a l'espai pujolista-convergent jo no en tenia cap, al contrari, jo era un clàssic lector de El País, quina gràcia que, anys després, el subdirector d’aquest diari m’acabes denunciant per alguns dels meus articles. Era un tio que, en aquestes eleccions, hagués votat al Pablo Iglesias o al Pedro Sánchez. Però als Estats Units em vaig adonar del que era un país normal i, a part, vaig conèixer que hi havia una història filosòfica i literària de Catalunya que, simplement, no coneixia. I allà llegeixo a Ors i a Segarra i començo a veure que hi ha un país, que és el que es fa de l'any 1906 al 1936, que a mi, ni a la carrera ni a l'institut, m'havien explicat.

L'Antonio Baños us defineix a tu i a l'Enric Vila com a nous Noucentistes.

Més que Noucentista sóc un Orsià. A mi en Xènius m'ha ensenyat moltes coses. Primer, que existeix una literatura, un periodisme i una llengua que pot incidir d'una manera clara a la realitat. És a dir, que les idees no només són una cosa platònica que tu et fas en una espècie de me, myself and I, sinó que hi ha una traducció del periodisme i de les idees a la realitat. Després hi ha el plantejament de la Catalunya Imperi, és a dir, de què si tu vols jugar un rol en el món global, has de jugar com un actor polític de totes totes, no pots anar a mitges.

I en l'àmbit literari?

Xènius, Segarra i tota aquesta gent, em descobreixen una llibertat en el llenguatge que jo, en la meva educació, no havia tingut. M'ensenyen que als teus articles i a la teva prosa, qui mana ets tu. I que, per tant, des de la teva pàgina en blanc pots establir i ordir un llenguatge que creï un imaginari.

A part d'articulista ets filòsof.

Sobretot filòsof.

I nietzscheà.

La filosofia dels segles XVIII i XIX intenta definir “què és això del subjecte”; la del XX, a través de Nietzsche, Foucault i d'altres, vol escatir "qui ets tu". I aquesta és la pregunta amb la qual em barallo en els meus articles. 

Individualisme pur i dur.

Quan no tens un Déu auxiliador, un sistema auxiliador, un exterior que et justifiqui afirmativament o negativament, sinó que tu practiques la pura afirmació de tu mateix. Què és el que et queda? Aquesta és la gran pregunta del Nietzscheanisme. I aquesta és per a mi la gran tasca del vitalisme nietzscheà, és a dir: tu amb la teva força, que ets capaç de fer? És el que diu Zaratustra quan baixa, després de parlar amb Déu i amb la natura, a adreçar-se als homes i els hi diu: "Jo us porto el meu somriure insultant, jo sóc el primer home que ha gosat somriure".

Somriure davant la moral d'esclau.

És el que volíem fer amb Ordre i Aventura. Fer en el terreny de la cultura el paper del Barça del Guardiola. És a dir, escolta, nosaltres som més que un club, nosaltres representem uns valors, nosaltres volem ser els millors i, per tant, hem de jugar a la lliga dels millors. Guanyar ha de ser el normal i això és el contrari del processisme.

"Ho tenim a tocar".

El processisme és sempre un quedar-se en l'intent. I nosaltres vam proposar una cosa totalment diferent: no només ho toquem sinó que ho disfrutem i, a més a més, ens ho passem bé. I clar, la reacció del sistema i de la catalanor va ser la de fer el possible, i creu-me que ho van fer, per que això no passés.

A Nietzsche i d'Ors també els van fer la guitza en el seu moment. De fet, la imatge que ha quedat d'ells és la d'homes classistes, racistes, masclistes i, fins i tot, feixistes.

La cultura actual es basa en no llegir uns textos que són complexíssims. A mi, sovint em pregunten si aquest tipus de filòsofs tenen futur en un entorn on l'entreteniment és dominant. Crec que no, l'entreteniment sempre guanyarà perquè funciona. Sempre serà més fàcil viure jugant que asseure's a llegir el Zaratrusta o el Glossari de l'Ors, que requereix moltes hores. Sempre serà més fàcil distreure's que no pas admetre la complexitat d'uns textos que ara llegim, desenganyem-nos, quatre gats.

Cal reivindicar els clàssics?

Aristòtil, Plató, Heidegger, Foucault... No només són autors que et fan pensar, sinó que et fan pensar sempre d'una altra manera. És el que fa Descartes amb la Modernitat, descobrir que tot el que li havien ensenyat ja no val. Jo sóc d'una generació que justament s'enfronta a aquest canvi de paradigma. Tot el que ens havien promès, arriba un moment que dius: "Hòstia! Això s'ha acabat".

Tard o d'hora tot s'acaba.

Hi ha coses, i això l'edat t'ho fa entendre, que s'acaben. En això, l'Eugenio Trias, copiant Hegel, té raó. Hi ha èpoques que s'acaben. Com diu Hegel, amb una fase que a mi m'agrada citar molt: "Els moments històrics només s'entenen quan estan en el seu ocàs". I ara, justament estem vivint un present molt interessant, perquè veiem que hi ha unes certes constants que s'estan acabant. Abans parlàvem de periodisme. El periodisme no existeix, la seguretat laboral, s'ha acabat. I això està molt bé perquè et dóna una sensació de finitud.

És frustrant?

La meva generació és la generació del desengany. Et poso el meu exemple. Vas als Estats Units, a estudiar, amb la beca de la caixa, patatí, patatá i després tornes a la teva ciutat i penses, jo viuré com vivien els meus pares i em compraré una casa i tindré fills i no-sé-què. Llavors arribes i tot això, hòstia, s'ha acabat. No hi ha ni feina ni fills, les relacions humanes han canviat, la nòvia que tenies quan te'n vas anar resulta que ja no la tens. Un pare putatiu meu es refereix a nosaltres com la generació sense nòmina. Nosaltres érem els nanos llestos que en un país normal havíem de manar. El Graupera havia de ser el President de la Generalitat, jo no havia d'escriure en un blog, havia de ser articulista en un diari. Tot això ara ho poses en un paper i dius coño, que estàveu sonats? Però no, perquè estàvem programats per això, veníem d'un terreny on la gent ens deia, "ara us toca a vosaltres".

I no va ser així.

Afortunadament. Totes aquestes promeses van quedar en nores, i nosaltres ens quedem en pilotes. I vosaltres naixeu ja amb el desengany sabut. Feu periodisme i sabeu que no podreu exercir mai de la vostra professió, vosaltres teniu més informació que mai i veieu el periodisme que es fa i dieu "però escolti, que és aquesta merda espantosa?". Us moveu per paràmetres que a nosaltres se'ns escapen, i això és una bona notícia, perquè així com les generacions anteriors a la meva sempre han intentat comprar als més joves, ara els joves sou difícilment comprables, perquè a vosaltres, com mai no heu tingut res, no se us pot amenaçar amb res.

Generació sense por.

La teva generació parteix d'aquest post-desengany i sap que hi ha coses en les quals no pot creure. Per exemple el procés. Aquesta idea de negociar, i de les taules. Escolti, això ja no dóna per més. Ara hi ha una generació de joves que veu que això s'ha acabat i que vol crear una cosa nova, indeterminada, no sabem lo que és. És a dir, que és el que vol un tio de 20 anys ara a Catalunya? No ho sabem, però sí que sabem que els paràmetres que té la teva generació per aproximar-se al món ni la meva generació ni el poder els controla. Per això jo estic molt a favor de coses tan allunyades de la meva ideologia com el 15-M o l'acampada de Plaça Universitat. Perquè són coses amb les quals una gent diu: estem aquí. Què pensa aquesta gent? No ho sabem, el que sí sabem és que el que pensa aquesta gent no és analitzable amb els paràmetres que, fins ara, havíem fet servir. Llavors, aquí s'obre un espai nou en el qual no sabem què passarà. I aquesta, ara per ara, és la meva única esperança.

Crec que confies massa en la meva generació. Molts dels meus companys de classe tenen a en Jordi Évole com a referent moral.

Evidentment, en cada generació hi ha una gent que vol viure del sistema o dels remanents d'un sistema que crea productes com Salvados, que és una cosa que, quan la mires des de qualsevol paràmetre periodístic has d'apretar a córrer. Però hi ha una part de vosaltres que ja no creieu en coses que us puguin decebre, no sou com nosaltres que teníem un ideal, un país que més o menys funcionava, uns paràmetres polítics... Jo encara m'emocionava quan vaig començar a anar a les tertúlies de Catalunya Ràdio o quan vaig publicar per primer cop a La Vanguardia. Vosaltres ja heu vist que tot això no és res, que La Vanguardia no la llegeix ningú.

Veus el futur molt negre?

A vegades cal que caigui tot perquè es creï una cosa nova. Ara hi ha una cosa molt interessant que és que les estructures que abans ho governaven tot ja no són omnipotents. Per posar-te un exemple. Abans el Tsunami, que són els partits i Òmnium, et deia que t'anessis a manifestar fins a les onze a un lloc. I ara, arriben les onze, i la gent es queda, perquè cada cop és menys naïf, menys tonta. Abans, el New York Times o La Vanguardia deien que una obra de teatre s'havia d'anar a veure i aquella nit el teatre s'omplia. Ara La Vanguardia diu que cal anar a un concert i la gent diu "eh, escolti, que jo ara vull quedar-me a casa i llegir-me a un blogger independent que sé que m'interessa". Els centres de poder s'han disseminat, el poder és arreu.

Horkheimer i Adorno deien que qualsevol augment en la llibertat comporta un increment del control per part del poder.

Estem en un temps tan boig que un partit, suposadament d'esquerres, com el PSOE fa un decret sobre les pàgines web que el podria haver signat el Putin. El problema està en què es vol controlar una cosa com internet que és incontrolable, quan tu condemnes una cosa, es fa viral i si no ho publica un tio, ho publicarà un altre des de Luxemburg. Hi ha uns paràmetres de control de la societat que ja no funcionen. A més hi ha un accés a la informació brutal. Hi ha nanos que somien en ser redactors de l'Évole, de la mateixa manera que hi ha d'altres que poden llegir el meu blog, que funciona lliurement, o descobrir coses que abans no es podien trobar ni en les Universitats ni en la premsa tradicional.

Ets optimista.

Començo a ser-ho ara, ho sóc des que els joves han reaccionat. Així com totes les generacions tenen la pulsió de perdurar, jo he vist que la meva generació l'han cremada, i mira que som joves i que encara ens queda la millor etapa de la nostra vida que són dels 40 als 60. Però lo màxim que podem fer nosaltres, i això ho diu sovint l'Enric Vila, és donar-vos un corpus de lectures perquè sigueu lliures.

Alguna recomanació?

El Canvi de Bauçà, el vaig llegir a Nova York. Vaig entendre el meu barri, l'Eixample, estant a 7.000 quilòmetres de casa. També els articles del Segarra. Els llegeixes i dius, tete, però si estem aquí. Veus aquella llengua, aquell català i t'adones que són espais de llibertat. Llavors, 30 tios de la teva edat que facin articulisme, des del seu blog, des del seu espai, havent llegit Segarra, són una mina. Aquests nois no han de batallar per que els contracti La Vanguardia. En el seu blog els poden llegir milers de persones i, a més, fer-ho en una llengua colonitzada i mig morta com és el català.

Parlant del català, com veus el futur de la llengua?

Sóc pessimista en el terreny global. El català que s'escriu és cada dia més pobre. Si tu compares programes de TV3 emesos als anys 80 amb el que es fa ara, t'adonaràs que la llengua s'ha contaminat convertint-se en un catanyol insofrible. Per altra banda, hi ha un major accés als textos que dignifiquen la nostra llengua en el seu àmbit de llibertat i això és esperançador. Quan el Pla diu que pensa els adjectius mentre es caragola la cigarreta i tal, el tema no és l'adjectiu com a paraula, el tema és que quan tu penses una paraula i poses la frase correcta que tu vols fer per explicar una cosa, estàs guanyant un espai de llibertat. La llengua no només és la teva zona de confort, és la teva palanca per explicar-te a tu mateix. Com més domines la teva llengua més et domines a tu mateix perquè tens més eines per disparar-te cap a on vulguis. Quan el Pla rumia els adjectius, no només està rumiant la paraula adequada, està pensant la musicalitat de la frase, buscant la frase ben feta i una frase ben feta, no té preu.

L'arribada d'en Gerard i en Víctor suposa un abrupte final per a l'interrogatori i obre pas a una nova ronda de gintònics, revulsius per a una tertúlia que s'allargarà fins passada la una de la nit. La formalitat i l'elegància dels temes sobre els quals divaguem en les següents hores descendiran al ritme en què es buiden els nostres gots. De sobte, sóc víctima d'un atac de supèrbia que em porta a considerar-me èmul dels tertuliejadors dels bons temps, dels veritables senyors de Barcelona. De gran no vull ser periodista, vull ser noucentista.

Joan Simó