dilluns, 30 de desembre del 2019

Hildebrando Gaviria: "El sacerdote es un medio"

No concibo la primera semana del mes de agosto sin visualizar Galicia, terra do meu pai, que diría Julio Iglesias. Mi vinculo con este lugar, concretamente con la pequeña localidad fronteriza de Entrimo (Orense), tiene sus orígenes en el repentino ataque de morriña que, hará más de una década, condujo a mi tía María Rosa a volver al pueblo natal de mi abuelo. Por algún extraño motivo me he convertido en su fiel acompañante, junto a mi tío José, en esta especie de peregrinación anual a lo que Elena y sus amigas definen como lo enxebre (lo puro, lo tradicional, lo intrínsicamente gallego).

Alejarse de la ciudad produce en mi una especie de paz interior que me lleva a apartarme de mis complejos de urbanita para tornarme un hombre más serio y respetable. Mi estancia en el pueblo es una excusa para el desarrollo de vicios mayormente rurales como lo son pasear, fumar lento y leer el ABC. Este periódico, frecuentemente denostado por la progresía, es el compañero ideal para las mañanas soleadas de bar y cafelito, más aún si incluye secciones de tan elevado encanto como España, camisa blanca donde el amigo Salvador Sostres entrevista a la flor y nata de la pell de brau. Las entrevistas de Sostres transmiten algo que cuesta describir, una mezcla entre bizarría y fe, nostalgia y serenidad. Entre los protagonistas, gente tan dispar como Carlos Herrera, Maria del Mar Bonet o el Padre Apeles. Es la entrevista a este último la que me lleva a hacer algo que nunca ante me había planteado: entrevistar a un cura.



Tras la misa por la Asunción de la Virgen María (15 de agosto) alcanzo al sacerdote Hildebrando Gaviria Rincón (Boyacá, Colombia, 1980) con la intención de que me conceda una entrevista. Lo hace encantado y quedamos para el día siguiente. Sentados en un banco de piedra a la puerta de la iglesia de Santa María la Real, enciendo la grabadora dando por empezada la entrevista más espiritual que he realizado hasta el momento.

Recomiéndeme una película.

La misión. Me encanta que el protagonista lleve siempre esa mochila tan cargada, me parece un buen ejemplo. A veces lo tenemos todo para ser libres y seguimos cargando. Mire, el dolor de las personas suele deberse a que no han sido capaces de perdonar o no son capaces de pedir perdón.

Y un libro.

Las confesiones de San Agustín. Es una bella biografía de todos aquellos seres humanos que se sienten amados por Dios. Yo antes de ser lo que soy fui una persona que vivió una etapa de juventud en la que estuve lo más alejado de la Iglesia que pude. Como San Agustín yo buscaba la verdad, algo que llenara realmente mi corazón en sentido estricto pero no lo encontraba. 

Y entonces vino la fe.

Todos tenemos el don de la fe, hay que atreverse a ponerla en práctica. Yo sé sumar pero solo lo demuestro cuando sumo. Con la fe pasa lo mismo, ¿cuándo pongo en práctica la fe? En los momentos de contrariedad que existen en la vida de cualquier ser humano: incomprensión, soledad, dolor, angustia, alegría.

¿La alegría?

Si no tenemos con quien compartirla se puede convertir en algo negativo. Nosotros, los seres humanos, somos tan complejos que nos creemos muy grandes cuando somos sencillitos y vulnerables. 

No somos nada...

Yo como ser humano estoy dentro de una realidad que se llama creación y no soy ni tan grande ni tan pequeño.

¿Cómo llegó aquí?

Los sacerdotes me dijeron que tenía la oportunidad de quedarme en Colombia o irme a estudiar a España. Nunca en la vida se me pasó por la cabeza la idea de salir de Bogotá. Quiero muchísimo Bogotá. Pero me tocó dejar todo lo que yo tenía para seguir a mi vocación. Yo no lo decidí. 

¿?

Yo se que Dios actúa a través de seres humanos que él coloca para que nos puedan ayudar. Fue su voluntad, no mi capricho.

Y llega a España.

Al seminario de Olías del Rey (Toledo) donde viví con los miembros de una congregación que se llama Operarios del Reino de Cristo. Estuve un año con ellos. Después fui a Zaragoza. Pero enfermé.

¿Algo grave?

Una otitis. Regreso a Colombia y me doy cuenta de que el sacerdocio no es para mi. 

Vaya.

Para ser sacerdote no solamente se necesita tener vocación. Hay que poder rendir a nivel académico y físico. 

Como una estrella de Rock.

Es necesario estar a tope. Y en ese momento yo no podía.

Pero yo le veo con sotana.

Volví a España para trabajar. En Zaragoza me habían contado que Galicia se parecía mucho a Colombia.

¿Y qué hizo?

Decido venir a Galicia y me doy cuenta de que es verdad, se parece muchísimo al lugar de donde vengo: su gente, su tradición, su sencillez… Me puse a trabajar en una frutería de Orense aunque en Colombia yo era chef.

Hasta que…

Un día en misa me viene a la mente la idea de volver al sacerdocio. Miré a la virgen y le dije: “madre, si es de gracia de Dios que yo sea cura, anímame a preguntarle al sacerdote qué se necesita para serlo”.

Y le animó.

Sí, volví al seminario y me acabaron ordenando sacerdote hace dos años. Y aquí estoy con nueve parroquias (ríe).

¡Nueve!

Seis parroquias en Entrimo y tres en Lobios.

No debe dar abasto.

Uno hace lo que puede. En la mañana puedes estar celebrando un bautizo, que es algo festivo, y el sacerdote debe compartir con los fieles su alegría porque una nueva persona entra a formar parte de nuestra familia como hermanos en la fe. Pero, esa misma tarde, puedes encontrarte con un funeral. 

La implicación emocional es mucha.

Hay que saber estar con las personas, entenderlas, sufrir con ellas o reír cuando sea el momento. Saber decir la palabra adecuada. La alegría o el dolor de los fieles me afectan. Muchas veces, en la noche, he de pedirle al señor que me ayude. Y, a parte, una parroquia es una familia y todas tienen sus problemas, sus tira y afloja.

Y más con nueve familias.

Todas ellas únicas y bellas en sí mismas. Dan mucho trabajo pero lo hago por amor vocacional, es la única forma. Eso es lo bonito.

Ve alguna similitud entre su oficio de chef y el sacerdocio?

No. Son distintos. En la cocina uno hace su trabajo y lo hace por amor, pero no deja de ser un empleado con su horario. En cambio los sacerdotes nos implicamos totalmente.

Dios no entiende de horarios.

Ni días festivos ni nada de eso. Cuando unos celebran su descanso, nosotros les ayudamos a que obtengan la paz espiritual.

Esto tiene mucho mérito.

El que hace el milagro no es el cura, el que habla bien tampoco es el cura y las palabras del cura no llenan el alma, no sanan las heridas del alma. El que sana es el espíritu santo a través de las palabras del cura. El sacerdote es eso, un medio.

¿Cuál es el papel de la iglesia a día de hoy?

Es fundamental. Nuestro papel es decirle a la gente que hay alegrías grandes y bellas pero que se fugan muy fácilmente, se escapan. Y a veces estas alegrías nos dejan incluso más vacíos.

¿Por qué?

La respuesta es sencilla, mire, Dios es el único que colma los deseos del ser humano. Dios colma, plenifica, sacia y te da una paz, una alegría, que solo él puede brindar. Aquí en España hay mucha gente mayor.

Una población envejecida.

Son personas a las que se debe tanto… Han hecho tanto por la sociedad… Y en este momento se les ve a ellos como si no valieran nada, retirados, solitos, olvidados. La Iglesia está dando alivio a esos corazones que lo dieron todo y que ahora se preguntan “quién soy yo”.



El Sol empieza a ponerse entre las montañas gallegas y con un gesto amable Hildebrando da por acabada la entrevista. Nos despedimos y abandono la iglesia con una extraña sensación de paz, de armonía. Unos días después me invita a un café. es un buen hombre.


Joan Simó

dissabte, 28 de desembre del 2019

La guerra de les galàxies

L'altre dia vaig anar al cinema a veure la darrera entrega d'aquesta saga, de mai no acabar, basada en les aventures d'un grupet de fanàtics religiosos que es barallen entre ells per veure qui té l'espasa més llarga. He de confessar que la meva relació amb Star Wars, altrament coneguda com La guerra de las galaxias (un dels punts àlgids del funest art de la traducció de títols fílmics al castellà de forma matussera, només superat per The sound of music A.K.A. Sonrisas y lágrimas) ve de lluny. Recordo tardes senceres de visió i revisió de films de dubtosa categoria intel·lectual com El Imperio contraataca o La amenaza fantasma acompanyat d'infinitud de bols de crispetes, ampolles de Fanta de taronja (una beguda soltera que encara no havia conegut el seu amant rus de nom Vodka) i companys de classe tant o més rarets que jo. Recordo també ridículs combats amb espases invisibles a qui nosaltres mateixos, amb l'energia inesgotable que ens produïa l'arribada de l'hora del pati, posàvem so de làser rogent. Combats que sovint acabaven en aferrissada disputa per tal de determinar qui havia guanyat, qui de nosaltres era el veritable mereixedor del títol de jedi.



Passats els anys i mentre la meva mascara de Darth Vader acumulava pols en un racó amagat d'una prestatgeria vella, Disney va comprar els drets de la famosa saga amb la voluntat d'incorporar-ne tres episodis nous. D'ençà que va estrenar-se el primer film de la recent trilogia, en Miquel, en Jaume i jo hem assistit religiosament al cinema Phenomena per veure cada un dels seus capítols. La decepció de tots tres ha anat augmentant amb cada nova entrega. Si El despertar de la fuerza (Episodi VII) fou un xic decebedora, Los últimos jedai (Episodi VIII) suposà una frustració absoluta. És per això que la nostra cita amb El ascenso de Skywalker (Episodi IX) no prometia gran cosa.

Només començar la projecció veig acció, molta acció, una acció, basada en trets i xocs d'espases, mancada de tota lògica argumental. En adonar-me del nivell de ximpleria i vacuïtat que, de ben segur, m'acompanyarà durant les més de dues hores que dura el llargmetratge, decideixo fer el que fa molt de temps que hauria d'haver fet: tornar a ser un nen. I és que, vista amb ulls de criatura, la pel·lícula, tot i que no deixa de ser una grandiosa merda, es converteix en quelcom fascinant. Els meus prejudicis d'espectador cínic s'esvaeixen deixant pas a l'emoció nua, a la simple recepció d'inputs que absorbeixo amb absoluta manca de sentit crític. Disney vol, amb la inestimable ajuda de la música de John Williams, que pateixi, doncs pateixo; Disney vol que plori, ploro; que rigui, ric.

Quan l'enorme Coca-cola de preu abusiu, que he comprat a l'entrada, em fa entrar unes temibles ganes d'orinar no m'atreveixo a abandonar la cadira, tot és massa apassionat, massa entretingut i explosiu per a perdre'm un sol segon. Finalment acabo corrent cap al lavabo i allí, tot forçant el meu esfínter per acabar la micció tan aviat com sigui possible, coincideixo amb un nen de poc més de dotze anys. Mirant als seus ulls descobreixo la mateixa emoció innocent dels meus dies de frikisme preadolescent i beneeixo al pervers sistema capitalista per haver-nos dotat d'aquest tipus de divertiments absurds capaços de fer-nos viatjar a mons de fantasia aliens a una realitat grisa, mediocre i sense espases làser.

A vegades penso que un dels pocs motius que em podrien portar a voler ser pare seria la d'agafar al meu presumpte fill i, abans no s'hagi deixat seduir per pantalletes i entreteniments digitals de cap mena (cosa ben difícil en els temps que corren), enfrontar-lo, tot havent apagat les llums, a L'Arrivée d'un train en gare de La Ciotat. El seu terror davant la imatge d'un tren de vapor que avança impassible cap a ell, l'espectador, sols seria comparable amb la por que degueren sentir els assistents a la vetllada cinematogràfica organitzada pels germans Lumière el 28 de desembre de 1895. El seu rostre, menut i espantat, seria la més clara mostra del poder que pot arribar a tenir la màgia del cinema. L'única màgia capaç de salvar-me en una freda tarda de Sant Esteve.

dilluns, 23 de desembre del 2019

Marcos Franz: “Soy una especie de Mozart pero en versión millennial”

Esta entrevista fue realizada hace dos años en la fría terraza de un bar del polígono de Mataró. La foto es posterior. Ha pasado el tiempo y, de los chupitos, hemos pasado a los puros. La elegancia siempre gana.



Pero remontémonos por un momento a esa noche de 2017. Marcos Francisco (Mataró, 1993) acepta la entrevista con la condición de realizarla "muy ebrios". Leyó hace poco Miedo y Asco en las Vegas y está convencido que la vía etílica es la única forma certera de afrontar cualquier labor periodística. No le pongo pegas y, tras un par de cubatas, enciendo la grabadora.


¿Músico o actor?

Más actor que músico. Pero es complicado definirse, he divagado mucho. Empecé interpretación teatral a los once años, pero a los quince me vino un venazo Rolling Stone. Quería ser una puta estrella. 

¿Y qué pasó?

Acabé la ESO y mi familia me preguntaba “¿Qué vas a hacer con tu vida?”. Así que me metí a estudiar una FP de empresa. Fueron dos años de mierda. Y decidí irme a Barcelona para intentar ser actor. Lo conseguí, creo que tengo una flor en el culo.

Llega Merlí, la fama y sacas el disco Start.

Sí. Por algún motivo Tot en ella (el single del disco) triunfó hasta en Sudamérica​, y eso que no deben entender lo que dice; está en catalán.

La camarera interrumpe la conversación y nos sirve unos chupitos. Para él tequila, para mi vodka. “¿Qué hacéis?” pregunta. “Una entrevista” respondemos al unísono. Nos mira perpleja: “vaya momento para hacer una entrevista…”. Tras esta breve pausa, seguimos. 

¿Cuáles son tus referencias musicales?

En cuanto a música clásica; Bach, Mozart y Chopin, en ese orden. Bach sobretodo, nadie lo supo valorar en su momento y ahora sería un auténtico mojabragas. Y en cuanto a moderna; los Beatles, los Stones y Oasis, no tanto por su calidad musical como por su carisma.

Vendes miles de discos pop y ahora te da por la música clásica. ¿Por qué?

Era un monigote en manos de la discográfica. No hacía lo que yo quería, era música de plástico. Una mañana me desperté y decidí crear las Franshettas.

¿Franshettas?

Mis amigos me llaman La Fransha y creo que estas composiciones cortas son un reflejo de mi espíritu. El otro día me di cuenta de que duran lo mismo que una historia de Instagram. Soy una especie de Mozart pero en versión millennial, aunque no estoy tan loco.

¿Seguro?

Absolutamente. El tío era una estrella del rock de su época. Siempre estaba de farra y cuentan que una vez se compró todos los sombreros que había en una tienda. Yo nunca me gastaría el dinero así… Bueno, a no ser que sea en el casino…

Dicen que el juego conduce a la autodestrucción.

Sí, pero la autodestrucción es propia del ser humano. Oye, ¿tienes un cigarro?





Joan Simó

dissabte, 21 de desembre del 2019

Bernat Dedéu: “Nosaltres érem els nanos llestos que, en un país normal, havíem de manar”

L'aquí present havia de ser una entrevista radiofònica, és per això que no disposava de cap foto d'en Bernat i m'he vist obligat a pispar-ne aquesta al senyor Toniher.

“Serà o a l’Ascensor o al Belvedere”. En dir-li que no coneixia cap dels dos locals i que l’únic Belvedere del que havia sentit a parlar era el palau vienès, va decidir que aquest bar del Passatge Mercader seria el nostre lloc de trobada. Cap a les set de la tarda me’l trobo assegut a la terrassa exercint, puro en boca, el seu envejable rol de senyor de Barcelona. “T’agrada el gintònic?”. La meva resposta, afirmativa com no podia ser d’altra forma, suposa l’inici d’un refinat procés etílic coordinat pel degà Ginés Pérez.

Bernat Dedéu (Barcelona, 1979) comença parlant de música i de com aquesta reflecteix l’esperit dels pobles. També parla de política i de periodisme. Un tema porta a l’altre i així passa gairebé una hora abans no em vingui al cap la gloriosa idea d’encendre la gravadora, donant el tret de sortida a l’entrevista.



Els teus orígens en l'articulisme polític es remunten als temps en què col·laboraves amb la Fundació Catalunya Oberta, capitanejada per Lluís Prenafeta. Eres un jove convergent?

No. Adscripció a l'espai pujolista-convergent jo no en tenia cap, al contrari, jo era un clàssic lector de El País, quina gràcia que, anys després, el subdirector d’aquest diari m’acabes denunciant per alguns dels meus articles. Era un tio que, en aquestes eleccions, hagués votat al Pablo Iglesias o al Pedro Sánchez. Però als Estats Units em vaig adonar del que era un país normal i, a part, vaig conèixer que hi havia una història filosòfica i literària de Catalunya que, simplement, no coneixia. I allà llegeixo a Ors i a Segarra i començo a veure que hi ha un país, que és el que es fa de l'any 1906 al 1936, que a mi, ni a la carrera ni a l'institut, m'havien explicat.

L'Antonio Baños us defineix a tu i a l'Enric Vila com a nous Noucentistes.

Més que Noucentista sóc un Orsià. A mi en Xènius m'ha ensenyat moltes coses. Primer, que existeix una literatura, un periodisme i una llengua que pot incidir d'una manera clara a la realitat. És a dir, que les idees no només són una cosa platònica que tu et fas en una espècie de me, myself and I, sinó que hi ha una traducció del periodisme i de les idees a la realitat. Després hi ha el plantejament de la Catalunya Imperi, és a dir, de què si tu vols jugar un rol en el món global, has de jugar com un actor polític de totes totes, no pots anar a mitges.

I en l'àmbit literari?

Xènius, Segarra i tota aquesta gent, em descobreixen una llibertat en el llenguatge que jo, en la meva educació, no havia tingut. M'ensenyen que als teus articles i a la teva prosa, qui mana ets tu. I que, per tant, des de la teva pàgina en blanc pots establir i ordir un llenguatge que creï un imaginari.

A part d'articulista ets filòsof.

Sobretot filòsof.

I nietzscheà.

La filosofia dels segles XVIII i XIX intenta definir “què és això del subjecte”; la del XX, a través de Nietzsche, Foucault i d'altres, vol escatir "qui ets tu". I aquesta és la pregunta amb la qual em barallo en els meus articles. 

Individualisme pur i dur.

Quan no tens un Déu auxiliador, un sistema auxiliador, un exterior que et justifiqui afirmativament o negativament, sinó que tu practiques la pura afirmació de tu mateix. Què és el que et queda? Aquesta és la gran pregunta del Nietzscheanisme. I aquesta és per a mi la gran tasca del vitalisme nietzscheà, és a dir: tu amb la teva força, que ets capaç de fer? És el que diu Zaratustra quan baixa, després de parlar amb Déu i amb la natura, a adreçar-se als homes i els hi diu: "Jo us porto el meu somriure insultant, jo sóc el primer home que ha gosat somriure".

Somriure davant la moral d'esclau.

És el que volíem fer amb Ordre i Aventura. Fer en el terreny de la cultura el paper del Barça del Guardiola. És a dir, escolta, nosaltres som més que un club, nosaltres representem uns valors, nosaltres volem ser els millors i, per tant, hem de jugar a la lliga dels millors. Guanyar ha de ser el normal i això és el contrari del processisme.

"Ho tenim a tocar".

El processisme és sempre un quedar-se en l'intent. I nosaltres vam proposar una cosa totalment diferent: no només ho toquem sinó que ho disfrutem i, a més a més, ens ho passem bé. I clar, la reacció del sistema i de la catalanor va ser la de fer el possible, i creu-me que ho van fer, per que això no passés.

A Nietzsche i d'Ors també els van fer la guitza en el seu moment. De fet, la imatge que ha quedat d'ells és la d'homes classistes, racistes, masclistes i, fins i tot, feixistes.

La cultura actual es basa en no llegir uns textos que són complexíssims. A mi, sovint em pregunten si aquest tipus de filòsofs tenen futur en un entorn on l'entreteniment és dominant. Crec que no, l'entreteniment sempre guanyarà perquè funciona. Sempre serà més fàcil viure jugant que asseure's a llegir el Zaratrusta o el Glossari de l'Ors, que requereix moltes hores. Sempre serà més fàcil distreure's que no pas admetre la complexitat d'uns textos que ara llegim, desenganyem-nos, quatre gats.

Cal reivindicar els clàssics?

Aristòtil, Plató, Heidegger, Foucault... No només són autors que et fan pensar, sinó que et fan pensar sempre d'una altra manera. És el que fa Descartes amb la Modernitat, descobrir que tot el que li havien ensenyat ja no val. Jo sóc d'una generació que justament s'enfronta a aquest canvi de paradigma. Tot el que ens havien promès, arriba un moment que dius: "Hòstia! Això s'ha acabat".

Tard o d'hora tot s'acaba.

Hi ha coses, i això l'edat t'ho fa entendre, que s'acaben. En això, l'Eugenio Trias, copiant Hegel, té raó. Hi ha èpoques que s'acaben. Com diu Hegel, amb una fase que a mi m'agrada citar molt: "Els moments històrics només s'entenen quan estan en el seu ocàs". I ara, justament estem vivint un present molt interessant, perquè veiem que hi ha unes certes constants que s'estan acabant. Abans parlàvem de periodisme. El periodisme no existeix, la seguretat laboral, s'ha acabat. I això està molt bé perquè et dóna una sensació de finitud.

És frustrant?

La meva generació és la generació del desengany. Et poso el meu exemple. Vas als Estats Units, a estudiar, amb la beca de la caixa, patatí, patatá i després tornes a la teva ciutat i penses, jo viuré com vivien els meus pares i em compraré una casa i tindré fills i no-sé-què. Llavors arribes i tot això, hòstia, s'ha acabat. No hi ha ni feina ni fills, les relacions humanes han canviat, la nòvia que tenies quan te'n vas anar resulta que ja no la tens. Un pare putatiu meu es refereix a nosaltres com la generació sense nòmina. Nosaltres érem els nanos llestos que en un país normal havíem de manar. El Graupera havia de ser el President de la Generalitat, jo no havia d'escriure en un blog, havia de ser articulista en un diari. Tot això ara ho poses en un paper i dius coño, que estàveu sonats? Però no, perquè estàvem programats per això, veníem d'un terreny on la gent ens deia, "ara us toca a vosaltres".

I no va ser així.

Afortunadament. Totes aquestes promeses van quedar en nores, i nosaltres ens quedem en pilotes. I vosaltres naixeu ja amb el desengany sabut. Feu periodisme i sabeu que no podreu exercir mai de la vostra professió, vosaltres teniu més informació que mai i veieu el periodisme que es fa i dieu "però escolti, que és aquesta merda espantosa?". Us moveu per paràmetres que a nosaltres se'ns escapen, i això és una bona notícia, perquè així com les generacions anteriors a la meva sempre han intentat comprar als més joves, ara els joves sou difícilment comprables, perquè a vosaltres, com mai no heu tingut res, no se us pot amenaçar amb res.

Generació sense por.

La teva generació parteix d'aquest post-desengany i sap que hi ha coses en les quals no pot creure. Per exemple el procés. Aquesta idea de negociar, i de les taules. Escolti, això ja no dóna per més. Ara hi ha una generació de joves que veu que això s'ha acabat i que vol crear una cosa nova, indeterminada, no sabem lo que és. És a dir, que és el que vol un tio de 20 anys ara a Catalunya? No ho sabem, però sí que sabem que els paràmetres que té la teva generació per aproximar-se al món ni la meva generació ni el poder els controla. Per això jo estic molt a favor de coses tan allunyades de la meva ideologia com el 15-M o l'acampada de Plaça Universitat. Perquè són coses amb les quals una gent diu: estem aquí. Què pensa aquesta gent? No ho sabem, el que sí sabem és que el que pensa aquesta gent no és analitzable amb els paràmetres que, fins ara, havíem fet servir. Llavors, aquí s'obre un espai nou en el qual no sabem què passarà. I aquesta, ara per ara, és la meva única esperança.

Crec que confies massa en la meva generació. Molts dels meus companys de classe tenen a en Jordi Évole com a referent moral.

Evidentment, en cada generació hi ha una gent que vol viure del sistema o dels remanents d'un sistema que crea productes com Salvados, que és una cosa que, quan la mires des de qualsevol paràmetre periodístic has d'apretar a córrer. Però hi ha una part de vosaltres que ja no creieu en coses que us puguin decebre, no sou com nosaltres que teníem un ideal, un país que més o menys funcionava, uns paràmetres polítics... Jo encara m'emocionava quan vaig començar a anar a les tertúlies de Catalunya Ràdio o quan vaig publicar per primer cop a La Vanguardia. Vosaltres ja heu vist que tot això no és res, que La Vanguardia no la llegeix ningú.

Veus el futur molt negre?

A vegades cal que caigui tot perquè es creï una cosa nova. Ara hi ha una cosa molt interessant que és que les estructures que abans ho governaven tot ja no són omnipotents. Per posar-te un exemple. Abans el Tsunami, que són els partits i Òmnium, et deia que t'anessis a manifestar fins a les onze a un lloc. I ara, arriben les onze, i la gent es queda, perquè cada cop és menys naïf, menys tonta. Abans, el New York Times o La Vanguardia deien que una obra de teatre s'havia d'anar a veure i aquella nit el teatre s'omplia. Ara La Vanguardia diu que cal anar a un concert i la gent diu "eh, escolti, que jo ara vull quedar-me a casa i llegir-me a un blogger independent que sé que m'interessa". Els centres de poder s'han disseminat, el poder és arreu.

Horkheimer i Adorno deien que qualsevol augment en la llibertat comporta un increment del control per part del poder.

Estem en un temps tan boig que un partit, suposadament d'esquerres, com el PSOE fa un decret sobre les pàgines web que el podria haver signat el Putin. El problema està en què es vol controlar una cosa com internet que és incontrolable, quan tu condemnes una cosa, es fa viral i si no ho publica un tio, ho publicarà un altre des de Luxemburg. Hi ha uns paràmetres de control de la societat que ja no funcionen. A més hi ha un accés a la informació brutal. Hi ha nanos que somien en ser redactors de l'Évole, de la mateixa manera que hi ha d'altres que poden llegir el meu blog, que funciona lliurement, o descobrir coses que abans no es podien trobar ni en les Universitats ni en la premsa tradicional.

Ets optimista.

Començo a ser-ho ara, ho sóc des que els joves han reaccionat. Així com totes les generacions tenen la pulsió de perdurar, jo he vist que la meva generació l'han cremada, i mira que som joves i que encara ens queda la millor etapa de la nostra vida que són dels 40 als 60. Però lo màxim que podem fer nosaltres, i això ho diu sovint l'Enric Vila, és donar-vos un corpus de lectures perquè sigueu lliures.

Alguna recomanació?

El Canvi de Bauçà, el vaig llegir a Nova York. Vaig entendre el meu barri, l'Eixample, estant a 7.000 quilòmetres de casa. També els articles del Segarra. Els llegeixes i dius, tete, però si estem aquí. Veus aquella llengua, aquell català i t'adones que són espais de llibertat. Llavors, 30 tios de la teva edat que facin articulisme, des del seu blog, des del seu espai, havent llegit Segarra, són una mina. Aquests nois no han de batallar per que els contracti La Vanguardia. En el seu blog els poden llegir milers de persones i, a més, fer-ho en una llengua colonitzada i mig morta com és el català.

Parlant del català, com veus el futur de la llengua?

Sóc pessimista en el terreny global. El català que s'escriu és cada dia més pobre. Si tu compares programes de TV3 emesos als anys 80 amb el que es fa ara, t'adonaràs que la llengua s'ha contaminat convertint-se en un catanyol insofrible. Per altra banda, hi ha un major accés als textos que dignifiquen la nostra llengua en el seu àmbit de llibertat i això és esperançador. Quan el Pla diu que pensa els adjectius mentre es caragola la cigarreta i tal, el tema no és l'adjectiu com a paraula, el tema és que quan tu penses una paraula i poses la frase correcta que tu vols fer per explicar una cosa, estàs guanyant un espai de llibertat. La llengua no només és la teva zona de confort, és la teva palanca per explicar-te a tu mateix. Com més domines la teva llengua més et domines a tu mateix perquè tens més eines per disparar-te cap a on vulguis. Quan el Pla rumia els adjectius, no només està rumiant la paraula adequada, està pensant la musicalitat de la frase, buscant la frase ben feta i una frase ben feta, no té preu.

L'arribada d'en Gerard i en Víctor suposa un abrupte final per a l'interrogatori i obre pas a una nova ronda de gintònics, revulsius per a una tertúlia que s'allargarà fins passada la una de la nit. La formalitat i l'elegància dels temes sobre els quals divaguem en les següents hores descendiran al ritme en què es buiden els nostres gots. De sobte, sóc víctima d'un atac de supèrbia que em porta a considerar-me èmul dels tertuliejadors dels bons temps, dels veritables senyors de Barcelona. De gran no vull ser periodista, vull ser noucentista.

Joan Simó

divendres, 6 de setembre del 2019

Memorias de un voluntario patológicamente pesimista


Sota un cel estrellat, 
collia fruits feréstecs
amb delicadesa insular.


22 de agosto - Un señor griego mira, absorto él, un capítulo de Black Mirror en una tableta. Su momento de ocio se ha visto interrumpido por el abrupto despegar del avión en que ambos pretendíamos llegar a la isla natal de Pitágoras antes de las 8.30 (hora griega). Al perder las ruedas de la aeronave su contacto con el suelo, el hombre ha iniciado un acelerado ciclo de santiguaciones que ha ido repitiendo en diversas ocasiones durante el vuelo más breve y accidentado que los ojos de este inexperto viajero hayan visto jamás.

En Samos, islote volcánico, decadente y esencialmente mediterráneo, se respira un aire farragoso, como de postal de España postfranquista.

La postal.

Soy enviado a un almacén controlado por portugueses anglófilos que se encargan del empaquetado de las donaciones de ropa que, tarde o temprano, han de llegar a los más de 5.000 refugiados que malviven por la zona. Son gente agradable, cordial, eficiente y un pelín estrambótica que se desmarca, a todas luces, de los prejuicios que siempre me han inspirado nuestros vecinos lusos.

Por la tarde, ejerzo de estricto árbitro de un partido brutal y caótico, de aquellos que solo son posibles en los estadios de segunda regional italiana. Sin embargo, los protagonistas son niños refugiados que gritan, se lanzan piedras entre ellos y fingen no entender el significado de una tarjeta roja. Como no podía ser de otra forma, el match termina en trifulca.


23 de agosto - Los ariscos policías griegos, que comparten carácter, ideología y formas con sus homólogos europeos, deciden impedir la entrada al campo oficial, saturado de por sí, a una familia refugiada. Este lamentable hecho, acontecido después de la proyección pública de ese gran hito del cine moderno que lleva por nombre Las vacaciones de Mr. Bean, genera, en nuestra tribu (la de los voluntarios), una gran tristeza. 

Cosas peores se han visto. Un par de años atrás, en Serbia, vi a gente volver de su intentona de cruzar la frontera húngara, con mordidas de perro en las piernas. Había otros que, directamente, no regresaban. Sus cuerpos quedaban para siempre, magullados y desnudos, en medio de bosques que no eran susceptibles a batidas de búsqueda ni llantos públicos. Mi comentario es acusado de carecer de tacto. Respondo que el tacto y la esperanza son cosas incompatibles cuando uno habla de estas cuestiones. El mundo no se salvará por la pena; el mundo, siendo sinceros, jamás se salvará.

Horas antes, un hombre y su hija disfrutaban del atardecer a lomos de un solitario auto de choque. Una escena bonita que me gustaría destacar en medio de la perplejidad que esta isla me genera.

La escena.

24 de agosto - La mayor parte del grupo decide subir al monte más alto de la isla, el Oros Kerkis. Yo, que nunca he sido demasiado aficionado al excursionismo ni a la naturaleza en general, decido pasar el día entre la cama y la playa. Con Mercedes hablamos de posmodernismo, fidelidad, derecho y constitucionalismo mientras las hormigas griegas muerden una y otra vez mis pies desnudos.

Cae la noche y, durante una cena con aires de acampada, Miguel cuenta como un perro decidió agasajarlo con una lluvia dorada. Reímos.


25 de agosto - Cientos de viejos alemanes gozan de fastuosas cenas en la hiperturística ciudad de Pythagoreio. Junto a ellos se mece un mar plagado de microplásticos y cadáveres subsaharianos. Me enciendo un cigarrillo, llorar significaría exhibirse.

Al fondo, Turquía.

26 de agosto - Mercedes y yo hemos sido abandonados en un almacén siniestro que podría haber sido el escenario de incontables crímenes. Ricardo y una inglesa nos han encomendado la misión de construir un banco a partir de varios trozos de madera. Recuerdo esas aburridas mañanas de niñez en las que Kristian Pielhoff se apoderaba del comedor de mi casa para tratar de convertirme en un hombre capaz de dominar el glorioso arte del bricolaje. Lamento no haberle prestado mayor atención.

Posteriormente, un grupo de cuatro alemanes irrumpen en escena. Parecen votantes de Die Linke. Uno de ellos me presta su mechero, lo cual hace que sienta cierta simpatía por ellos y olvide el hecho de que nos han robado los únicos asientos que había en ese horrible lugar. Tras ser transportado en el maletero de una furgoneta vieja, me siento como una prostituta rumana traída a Europa con la falsa promesa de un futuro mejor.

P.D.: Empiezo a creer que la choni girega que, día tras día, se sienta en la esquinita de un comercio asiático esperando a quién sabe quién, es, en realidad, la reencarnación de Penélope. Ítaca no debe estar muy lejos de aquí.

P.D. 2: Me entero de que hay organizaciones (nosotros somos más dignos) que obsequian a los refugiados dándoles mochilas estampadas con los colores de la bandera yankee. Progresismo global, neocolonialismo con rastas.


27 de agosto - Mi labor de hoy se ha basado en recoger mierda proviniente de la zona que se extiende alrededor del campo oficial, la denominada jungle (un campo no oficial, totalmente insalubre, que acoje a la mayoría de los migrantes y que no dispone de agua potable) en la que se concentran la mayoría de refugiados. Acompañados por un grupúsculo de holandeses, que resultan ser los supuestos alemanes de ayer, intentamos vaciar el suelo de botellas llenas de orín, bandejas de plástico, cartas de póker y ratas muertas. Arqueología de la suciedad.

El río, una mierda.

Esa noche, como ya era tradición, Isabel fue a coger higos. La imagen es bonita y el verbo catalán collir le hace mayor justicia siendo más rural, refinado y estival.


28 de agosto - Tras una semana en este inhóspito lugar, he empezado a fijarme en el modo en que nos miran los locales. Se trata de una mezcla entre chulería, desprecio y odio irracional. Les entiendo.

Ordeno ropa y, posteriormente, arbitro otro partido. Esta vez los gilete jaunes (los que llevan chaleco) vencen por goleada con un equipo mediocre que tiene por defensas a un montón de pequeños afganos de cara achinada (pertenecientes a la etnia hazara) y patosos reflejos. Pese a ello, cuentan con el palestino Anaska, de casi dos metros, como estrella galáctica particular. Tres árabes atacan a un negro disciplinado del otro equipo que, al verse en minoría, responde a pedradas. Resulta fácil empatizar con el joven Eto'o.


29 de agosto - Agotadora jornada en el Baobab, una pequeña colonia suiza dónde reparto comida, juguetes, gritos y sudor. El que debía ser mi traductor afirma no hablar inglés.

Sapore di sale.

Más tarde, Oriol y yo bebemos Ouzo fumando en la barra de un bar a la patriarcal manera. La ausencia de ley antitabaco le da un algo especial a las noches griegas.


30 de agosto - Es oscuro, los voluntarios intentan contagiar a los niños, anárquicos y desbocados, su alegría excursionista. Suena la Macarena mientras hombres africanos de masculinidad animal entrenan sus músculos para engañar al hambre.

Yo, tratando de forzar alguna lágrima que sirva para liberar un sentimiento cobarde y egoísta, reprimido durante lustros, me escondo en un rincón para recordar la cara de una mujer a quien he visto llegar hoy a la tierra prometida. Europa la ha recibido con algo peor que el odio, una fría indiferencia materializada en una tienda de campaña y una bolsa de basura. Esa ha sido la respuesta a su lujosa petición: una habitación de hotel. Lo que más me ha dolido de su expresión ha sido la inocencia que de ella emanaba. Su cabreo podría parecerse al de una turista a quién le han retrasado el vuelo. Aún no ha llegado a ese ácido instante que precede a la desesperación. Tarde o temprano, se descubrirá mirando compulsivamente un viejo calendario helénico, decorado con estampitas ortodoxas, mientras espera inútilmente que transcurran los 1.095 días que la separan de su entrevista con ACNUR para solicitar el asilo, cita planeada para el 2022. Quizás entonces empezará a cobijar la remota esperanza de ser acogida por algún paisucho primermundista que le ofrecerá la oportunidad de terminar sus días fregando los portales de una ciudad hostil por el módico salario de 80 céntimos la hora. Decido mirar al cementerio vecino para fijarme en la estatua que preside la lápida de un mediocre futbolista regional. Qué paz la de los muertos en tierra firme.

Acabamos el día borrachos como cubas en una discoteca a la orilla del mar. Bailo un waltz con Anaska, él resta sobrio. Hay noches en que occidente decide mostrar sus encantos a los jóvenes refugiados palestinos.


31 de agosto - Visitamos unas cascadas. Caminando por los angostos caminos inundados por el Ποτάμι, me siento como un peón de la guerra del Vietnam.


2 de septiembre - La confusión que aún me produce la forma de decir "si" de los griegos (ναι, "nai") hace que, en vez de tomar un café solo, lo acabe bebiendo con una dosis excesiva de leche y azúcar. Escribo rodeado de ancianos helénicos que parlotean en su incomprensible y gástrico lenguaje. Los septuagenarios hablan de apuestas deportivas bajo la atenta mirada de un retrato de Demis Roussos, que preside el local.



Aprovechando mi día libre antes de partir hacia tierras hispánicas, decido pasear por las calles de la ciudad entre militares, turistas, refugiados y locales mientras pienso en como brillaban los ojos de Mahmoud al explicarme su sueño: abrir una floristería en Europa como la que tuvo, tiempo atrás en Gaza. Escucho perplejo sus ideas sobre los griegos, el pobre chico piensa que el racismo es una cosa exclusiva de este país. Si algún día consigue dejar atrás las tierras de Epicuro se dará cuenta del nivel de expansión al que ha llegado esta enfermedad que algún imbécil dijo que podía curarse viajando.

En el vuelo que me conduce nuevamente a Atenas coincido con un italiano de ascendencia morisca. Se trata de un personaje extraño, de mirada fúnebre y palabra escasa, que parece saber más de lo que dice. Cuando me explica que trabaja para FRONTEX mi suspicacia se dispara. El parece darse cuenta y, hábilmente, cambia de tema de conversación. Afirma que Roma es un lugar terrible y me recomienda que, en caso de trasladarme a Italia, me instale en Perugia. Tras el aterrizaje, desaparece sin dejar rastro.

El último recuerdo de este viaje me gustaría dedicarlo al pequeño Salah (he decidido apodarlo así por diversos motivos: desconozco su nombre, guardaba cierto parecido con el jugador del Liverpool y era bastante bueno con el balón). El caso es que hoy me lo he cruzado por una de las calles turísticas de esta cárcel al aire libre que es Samos y el chaval me ha preguntado si volvería a arbitrar el partido que día a día ha enfrentado al Ejercito Rojo con los Chalecos Amarillos. Me he excusado diciendo que debía ir a otra ciudad de la isla a hacer quién sabe qué, pero que el martes volvería. Él me ha creído. He mentido a un niño y él me ha creído.

Un cura ortodoxo repasa su Instagram mientras, en el excesivamente lujoso aeropuerto Eleftherios Venizelos, suena una canción de Julio Iglesias. Eso es todo lo que puedo decir desde mi nuevo hogar, una sala de fumadores bastante limpia. Atrás queda el verano.

Σαν βγεις στο πηγαιμό για την Ιθάκη,
να εύχεσαι να 'ναι μακρύς ο δρόμος,
γεμάτος περιπέτειες, γεμάτος γνώσεις.

(Konstantin Kavafis)

Dos periodistas de verdad, Laura y la Prudencio, escribirán, en su debido momento, algo más acertado sobre lo que, muy humildemente, he tratado de reflejar en estas líneas.





divendres, 26 de juliol del 2019

Crítica foucaultiana a la 'episteme' posmoderna


“L'impérialisme dicte partout sa loi.
La révolution n'est pas un dîner”

Claude Channes, 
«Mao-Mao» (1967)



En Las palabras y las cosas, Michel Foucault pretende rastrear el origen de las construcciones ideológicas que han determinado los límites del pensamiento occidental durante diversas etapas de la historia humana a través de un ejercicio al que el mismo se refiere como "arqueología del saber". Foucault habla de tres tipos de episteme, es decir, de tres marcos generales que modelan los discursos de tres épocas distintas: la episteme renacentista, la clásica y la moderna.

Episteme renacentista

El pensamiento del siglo XVI está marcado por la idea de similitud. “El mundo se enrollaba sobre sí mismo: la tierra repetía el cielo, los rostros se reflejaban en las estrellas y la hierba ocultaba en sus tallos los secretos que servían al hombre. La pintura imitaba el espacio. Y la representación —ya fuera fiesta o saber— se daba como repetición” (Foucault, Las palabras y las cosas).

La hermenéutica y la semiología se convierten, en este contexto, en herramientas claves para tratar de encontrar la esencialidad de la “prosa del mundo” a partir de las huellas de la naturaleza. Ciencia y magia se unen con el propósito de trazar unas leyes que lo estructuran todo.

Episteme clásica

“Don Quijote esboza lo negativo del mundo renacentista; la escritura ha dejado de ser la prosa del mundo; las semejanzas y los signos han roto su viejo compromiso” (op. cit.). Foucault utiliza al célebre personaje de Cervantes para trazar el cambio de episteme que supuso la irrupción del siglo XVII.
El barroco es un momento de duda respecto a la realidad observable. La semejanza deja de ser el pilar fundamental del pensamiento para ser substituida por la matemática y la lógica. Las ideas de Descartes sobre los engaños a los cuales nos someten los sentidos son claves para entender una forma de pensamiento que reniega de la plena identificación entre la palabra y la cosa.

Episteme moderna

Los siglos XIX y XX estarán definidos por una palabra: «progreso». La episteme moderna se caracteriza por su inquebrantable fe en el progreso y el conocimiento empírico. La Revolución Francesa es el punto de partida de la era contemporánea, época marcada por discursos de voluntad totalizadora en todas las ciencias: filosofía, economía, biología...

También es importante la recuperación de la idea de utopía en el siglo XIX. El tiempo, lineal, tiene como punto final un éxito, algo que debe ser perseguido, ya sea la desaparición de las clases sociales, la llegada del superhombre o la imposición de una empresa sobre otra. Todo tiene un objetivo y unas pautas, está encerrado dentro de un sistema.

Los horrores del siglo XX servirán para que una serie de pensadores decidan confutar los grandes relatos que habían existido hasta el momento. La bomba atómica, la transformación de la dictadura del proletariado en simple dictadura o lo ocurrido en Auschwitz serán el punto de partida para el nacimiento de la posmodernidad.

Una nueva espisteme

Frecuentemente se ha considerado a Foucault como un pensador posmoderno. Pero ¿qué entendemos por posmodernidad? Según la definición de Terry Eagleton, es la forma de definir “el movimiento de pensamiento contemporáneo que rechaza las totalidades, los valores universales, las grandes narraciones históricas, los fundamentos sólidos de la existencia humana y la posibilidad de conocimiento objetivo. El posmodernismo es escéptico ante la verdad, la unidad y el progreso, se opone a lo que se entiende que es elitismo en la cultura, tiende hacia el relativismo cultural y celebra el pluralismo, la discontinuidad y la heterogeneidad” (Eagleton, Después de la teoría).

Así pues esta corriente de pensamiento, que algunos ven nacer con el existencialismo, popularizarse durante las protestas estudiantiles de 1968 y ser aceptada por toda la izquierda europea tras la caída del muro de Berlín, puede ser considerada como una nueva episteme en que la subjetividad y el nihilismo parecen haberse apropiado del discurso filosófico-cultural. Pensadores como Derrida, con su planteamiento deconstructor que niega la posibilidad de la totalización de la realidad por parte de cualquier sistema, se convierten en los profetas de un nuevo marco mental en que todo valor tradicional acaba siendo objeto de relativización.

Daniel Bernabé habla de ello en su libro La trampa de la diversidad utilizando una frase del protagonista de la serie de Netflix, BoJack Horseman: “No he hecho nada malo porque no puedo hacer nada malo porque todos somos simples productos de nuestro entorno, que vamos rebotando por ahí como canicas en el juego de los hipopótamos tragabolas que es nuestro universo cruel y azaroso”. En esta sentencia, que podría ser entendida como una adaptación pop del pensamiento de Albert Camus, Bernabé dice encontrar la esencia de la posmodernidad: “la aceptación del mundo fragmentario e inasible de la modernidad, que lejos de enfrentarse, se celebra con una mueca de inteligente desencanto, [...] la ausencia de reglas, de un caos ordenado en el que solamente parece que mediante la ironía y el descreimiento podemos fingir algo de comprensión” (Bernabé, La trampa de la diversidad).

El discurso posmoderno como mecanismo de poder

Gran parte de la obra filosófica de Foucault está dedicada a mirar hacia el pasado para tratar de comprender el presente. Esta perspectiva genealógica se encarga de demostrarnos la imposibilidad de ser libres y nos muestra como lo que somos: seres que viven en una determinada época y que, por este motivo, acatan una serie de valores que responden a unos intereses predeterminados. Teniendo en cuenta este planteamiento, ¿qué podría hacernos pensar que el hombre que no era libre en las epistemes renacentista, clásica y moderna iba a serlo en la posmoderna? 

Si la idea de semejanza respondía a los intereses de los señores y principalmente de la iglesia (Dios está presente en nuestro mundo, las leyes de nuestra sociedad son las de Dios, quebrantar las leyes significa contradecir a Dios), la idea de progreso responde a puros intereses de producción similares a los del feudalismo: la promesa de un paraíso (teológico, marxista o basado en la ascensión social) mejora la productividad. Entonces, la negación de la verdad, del paraíso y la universalidad, ¿a quién benefician?

El fracaso de la utopía marxista y la aceptación de la idea según la cual ningún sistema puede totalizar la realidad y que, por lo tanto, es inviable cualquier tipo de lucha para construir un mundo realmente justo favorece, claramente, los intereses del statu quo. Planteamientos como el de la perpetua necesidad de deconstruir los discursos implican un elevado riesgo de caer en el relativismo más profundo.

Pero el problema no es solo ese. La negación de determinados mitos conlleva siempre la aceptación de otros. La Europa de la Guerra Fría es un buen ejemplo de ello. Un poder débil y de reciente creación como lo era el sistema soviético necesitaba de la represión feroz para garantizar su subsistencia, mientras que el poder burgués capitalista, más afianzado y sin una oposición organizada o peligrosa, puede permitir a sus jóvenes la licencia de manifestarse libremente sin necesidad de brutales reprimendas o, al menos, no tan brutales como las soviéticas. Una simple comparación entre las protestas del París de 1968 y las de la Primavera de Praga sirve para ilustrar lo que digo: 3 muertos contra 72.

Este contraste numérico no atiende a criterios de bondad o maldad. Se estiman en más de 200 el número de argelinos que fueron lanzados al Sena durante las protestas del 1961. Hay que tener en cuenta que en este caso la independencia de la colonia era un riesgo real como lo era el del abandono de Checoslovaquia del Pacto de Varsovia. 

Lo que quería decir con todo esto es que los poderes fuertes, aquellos que han conseguido establecer su lógica, en este caso capitalista, en las mentes de los ciudadanos, pueden permitirse tener en su seno a determinadas voces críticas para con el sistema. Las gracias de los filósofos posmodernos son toleradas e incluso reídas por un poder a quien no incomodan e incluso favorecen. La idea de que todo cambio debe ser interior, desactiva cualquier posibilidad de insurgencia real.

Perry Anderson habla en Los orígenes de la posmodernidad del contexto que vio florecer la vertiente más posmoderna de pensadores como, por ejemplo, Lyotard: 
“En 1976, sin embargo, los partidos comunista y socialista habían acordado un programa común, y su triunfo en las siguientes elecciones legislativas parecía cada vez más probable. La perspectiva de ver al PCF en el Gobierno, por primera vez desde el inicio de la Guerra Fría, sembró el pánico entre la opinión biempensante y desencadenó una violenta contraofensiva ideológica. El resultado fue el lanzamiento a la fama de los nouveaux philosophes, un grupo de antiguos publicistas soixante-huitards patrocinado por los mass media y el Elíseo”.
¿Habría que ver en este hecho una intención perversa y colaboracionista por parte de los filósofos? No. Muchos de ellos aportaron grandes contribuciones al pensamiento contemporáneo, como hizo Foucault con libros como Vigilar y castigar. A los intelectuales franceses de los años 60 y 70 les sucedió algo similar a lo que ocurrió con los pintores expresionistas norteamericanos en los 50, utilizados, sin saberlo, por la CIA para crear un arte apolítico en oposición al realismo social imperante durante la era Roosevelt.

Conclusión: Derrida, vacío y consumismo

En La escritura y la diferencia, Jacques Derrida habla de los límites de la estructura poniendo como ejemplo las teorías defendidas por el antropòlogo Claude Lévi-Strauss que encuentra en el tabú del incesto un punto en el que la estructura tradicional, basada en la oposición entre naturaleza y cultura, se ve superada por una cuestión que es a la vez natural y cultural.

A partir de este ejemplo Derrida defiende que cualquier sistema contiene en su seno un socavón estructural. Esto es aplicable a cualquier individuo que vivirá siempre a merced del vacío. Este vacío, cuyo deseo de ser llenado acaba convirtiéndose en motor de la acción humana, no tiene forma de ser llenado.

La idea de la muerte de Dios planteada por Nietzsche descarta que nuestro vacío pueda ser llenado por la fe cristiana. Pese a ello, el alemán, como buen exponente de la episteme moderna planteaba la creación de unos valores propios, los del superhombre capaz de guiar sus acciones a través de la voluntad. Derrida no sigue esta lógica y plantea que el vacío jamás podrá ser llenado.

Esta insatisfacción, tan característica del individuo posmoderno, favorece claramente al consumismo, más aún cuando a este sistema mercantil se le une un factor claramente como la identidad. Si el consumismo original, nacido con los grandes almacenes de principios del siglo XX, buscaba la simple satisfacción de los placeres mundanos, el nuevo consumismo, con su barniz ideológico, va mucho más allá.

Cuando la transformación del mundo se convierte en algo imposible y la violencia, al menos la física, pasa a ser un tabú, cualquier disputa ideológica deja de ser responsabilidad de la colectividad para recaer en el individuo. El poder económico capitalista, consciente de esa realidad, aprovecha la insatisfacción y el vacío existencial para ganar nuevos consumidores.

En un momento de la película The Pervert's Guide to Ideology, Slavoj Zizek habla del café de Starbucks como un ejemplo de consumismo ideológico. Starbucks avisa a sus clientes de que el elevado precio de sus bebidas se debe a que parte del dinero va destinado a acciones sociales. Cuando el usuario paga por un producto de dicha marca está comprando, a la vez, una identidad, la del ecologista. El vacío se ve llenado temporalmente y el sistema se mantiene inalterable.

Dudo que Jacques Derrida tuviera la intención de perpetuar unas estructuras que, en un principio, pretendía hacer implosionar. Lo cierto es que su filosofía, y la de muchos de sus compañeros de generación, ha contribuido a generar una nueva episteme que, muy probablemente, marcará la evolución del siglo XXI. Una episteme que, como todas las anteriores, se encargará de dejarlo todo atado y bien atado. Teniendo en cuenta este hecho, no es de extrañar que el mismísimo Mitterrand interviniera en favor de Derrida cuando el filósofo fue detenido en Praga acusado de posesión de drogas.

Joan Simó

dimecres, 17 d’abril del 2019

"благодарам Македонија"

Una postal que defineix prou bé l'essència del país

2 d'abril - Un fugaç cop d'ull a la silueta urbana de Skopje permet comprendre que Bellvitge és un concepte universal. La capital de Macedònia no suposa una excepció respecte a l'habitual grisor de les ciutats exiugoslaves. Mentre el taxista musulmà que s'encarregava de conduir-nos de l'aeroport al nostre cau balbucejava inconnexos conceptes relacionats amb Messi, el Barça i Catalunya, vaig poder-me imaginar el que ens esperava.

Skyline d'inquestionable bellesa

Més enllà del barri turc, un microcosmos amb olor de kebab i Erdoganisme, Skopje esdevé un galimaties d'edificacions monstruoses, cotxes aparcats en tercera (i en quarta) fila, autobusos londinencs reciclats, barraques i carreteres mal asfaltades. Especial menció mereixen les estàtues que, superant en nombre als habitants de la ciutat, s'encarreguen d'homenatjar a qualsevol individu mínimament destacable que hagi nascut, viscut o visitat durant més d'un quart d'hora la més gran de les nacions aparegudes mai sobre la capa terrestre: la gran Macedònia.

El tema nacional podria ocupar un capítol a part. La visita al "Музеј на македонската борба за државност и самостојност", també conegut com a "Museum of the Macedonian Struggle" o "Museu del patiment en general" ens permet entendre la història del país i com, a la nostrada manera, els seus ciutadans viuen encara de victimisme d'un passat tràgic construït a base d'ocupacions i derrotes. Otomans, alemanys, búlgars i serbis han frustrat, al llarg dels segles, les aspiracions nacionals d'un poble tant romàntic com mediocre. L'únic gran èxit dels macedonis fou l'engendrament del pare de la globalització: Alexandre el Gran. I fins i tot això els és discutit per part dels veïns del sud, els grecs, que, no podent afrontar els seus gravíssims problemes econòmics, s'entretenen reclamant la propietat de la figura d'Alexandre. Malgrat la poca simpatia que m'inspiren els néts del feixista Plató, crec que fan bé. No pot ser que un home conegut com "el gran" nasqués en un lloc com Macedònia del Nord. A cadascú segons les seves necessitats i a cada país segons els seus mèrits. És per això que la figura de la Mare Teresa de Calcuta em sembla un símbol nacional més apropiat. Vella, cruel, lletja i fanàtica, aquella arrugada harpia fou digna filla de la ciutat que la va veure nàixer.

La construcció d'un temple neoclàssic en viu i en directe

3 d'abril - Un cop vistos els resultats del projecte "Skopje 2014", el pla faraònic per convertir l'urbs en una espècie de capital europea prefabricada amb temples neoclàssics datats del MMIX, decidim aventurar-nos a travessar la frontera kosovar.

Potser Lewinsky és un cognom kosovar
Exagerat i pessimista com sempre he estat, m'havia passat les darreres hores insistint sobre la perillositat del viatge a Pristina. En defensa meva diré que els resultats que un obté quan busca "Kosovo" a Google no són precisament tranquil·litazadors: violència, drogues, corrupció i tràfic d'òrgans. A tot això s'afegeix cert prejudici envers l'islam (i la religió en general), reafirmat per la nostra conversació amb el cosí de cert jugador del Levante. L'home en qüestió, que regenta una de les grans mesquites de Skopje, ens convida a entrar al temple i, mentre intercanvia cordials reflexions teològiques amb en Gerard i amb mi, evita dirigir la paraula a l'Andrea i l'Ariadna, mudades amb el vel normatiu i relegades al segon pla que els homes de fe han assignat a les dones durant tota la història de la humanitat. 

Però, com és habitual, m'equivocava. Kosovo s'assembla més a Disneyland del que els serbis i els comunistots de Twitter voldrien acceptar. L'estàtua de Bill Clinton, únic reclam turístic de Pristina, és la més evident mostra del procés d'americanització salvatge que travessa el país. Hotels de luxe, banderes de la Unió Europea i centres comercials. Els hostes d'un cementiri intenten reposar obviant l'alegre cantarella de les màquines escurabutxaques del casino veí. Les guerres guanyades s'obliden de pressa.

4 d'abril - Després del nostre victoriós retorn a Skopje, a bord d'un minibús que violava totes les normes de circulació que un país pugui tenir, vam llogar el cotxe que ens hauria d'acompanyar durant la resta del viatge. És quan cau la nit que arribem a Ohrid, la capital del llac. Situada a la frontera amb Albània, Ohrid recorda a una versió primitiva de Lloret de Mar que combina xalets de platja, sales de joc i moltes, moltes esglésies. Tinc son.

Passió per l'automobilisme

Julio Iglesias - "Hey"
5 d'abril - Plou poc però, pel que plou, plou prou. Ohrid i els llocs d'estiueig en general perden força atractiu sota la pluja. Esmorzem en un bar a la vora del llac. Sonen cançons de Julio Iglesias i, incapaç de contenir la meva vena hispànica, m'arrenco en un dolç cantar que fa aplaudir a un dels clients, un senyor macedoni que em dedica un balcànic intent d'olé.

Ohrid és un lloc prou maco. Comento amb en Ventura la possibilitat que la ciutat acabi esdevenint l'enèsima víctima de la gentrificació. Ja m'imagino a les nenes de Sarrià explicant a les seves amigues les virtuts de la truita (el peix, no l'amalgama d'ous) local. "Sí tía, en plan, és un lloc molt guay, una forma diferent d'entendre la vida. És tant autèntic...". Però mentre el monstre del turisme de masses devora Venècia i Dubrovnik, Ohrid segueix sent un poble de pescadors on els propietaris de les barques es conformen en cobrar 600 dinars (uns 10€) per acompanyar als visitants a donar una volta pel llac.

La pluja continua amb la seva cançó. Als voltants de l'església de Свети Јован Канео (Sant Joan Kaneo) l'Ariadna i jo ens aturem a fumar. Algú, l'Andrea o en Gerard, ens fotografia. El Crist de Santa Sofia encara ens mira amb un sentiment confús que oscil·la entre el fàstic i la pietat. Sóc un imbècil feliç en un país remot. "Són les coses bones de passar a l'eternitat".

Estem de postal

6 d'abril - Visitant el monestir de Treskavec m'adono que mai havia estat en una església de veritat. Quan els meus companys decideixen donar una volta per contemplar el majestuós paisatge, jo aprofito per agenollar-me davant l'altar. Si Déu ha baixat alguna vegada a la terra, ho ha fet aquesta tarda. Prop de l'horrorós municipi de Prilep, quatre esquerps rajos de sol han il·luminat el meu camí cap a la plenitud. He somrigut, sol, en un monestir abandonat. I això no m'ho treu ningú, ni el clergue ortodox que ronda per allí, ni les serps verinoses, ni els assecadors de tabac.

Ego sum lux mundi

No vaig entendre que era, però estava molt bo
Arribar a Otovitsa, lloc on hem de passar la nit, resulta més complicat del que, a simple vista, podia semblar. Les confuses indicacions oferides pel nostre llogater fan que en Gerard es desviï de la ruta. Sense saber com acabem al reialme d'un avi confús i enfurismat que ens apunta amb una llanterna mentre insisteix en repetir-nos que fotem el camp de casa seva. Per un moment ens veiem convertits en èmuls de la parella de Susqueda. Mentre fugim d'allí presos d'un terror absolut, l'Ariadna dorm plàcidament. 

Un cop orientats i ja sense témer per les nostres vides, coneixem en Màxim. Aquest improvisat company de pis, amic del propietari, prepara el sopar i insisteix en que tastem la seva rakia casolana. Tot i que sembla tenir una predilecció per les noies, aconsegueixo captar la seva atenció i preguntar-li (amb la inestimable ajuda de Google Translate) quina és la seva opinió sobre les eleccions que se celebraran a aquest país el pròxim 21 d'abril. De la nostra macarrònica i breu conversació només n'aconsegueixo treure tres coses clares: 1) No li agraden els conservadors del VMRO-DPMNE, 2) els musulmans, en general, li agraden encara menys, 3) amb Tito les coses anaven millor. Una mica d'imaginació em permet imaginar-lo, deixant de banda nombroses i rellevants diferències culturals, com un jubilat andalús d'aquells que voten convençuts a la Susana Díaz.

7 d'abril - El nostre penúltim dia de viatge comença amb un esmorzar campestre. La Història de l'Art i els seus pedants deixebles poden considerar-se afortunats pel fet que Édouard Manet no nasqués a Otovitsa. Si aquest hagués estat el cas, el pintor s'hauria vist obligat a incloure, dins la seva famosa obra, als nostres companys de bar: un decadent grup d'homes que, carregats amb rudimentàries escopetes, fantasiegen amb temps més heroics mentre es preparen per seguir amb la seva croada contra els ànecs locals. Per a més precarietat, l'establiment només ofereix una tipologia de cafè: el turc. Totes les pàgines d'aquest diari em serien poques per descriure com de repulsiu i fastigós pot arribar a ser un beuratge que, d'ençà que el vaig tastar a Subotica (Sèrbia), evoca en mi el dolç gust de la nàusea.

Els caçadors gairebé no es veuen, era tot una llicència poètica

Superat el tràmit matutí, ens dirigim a visitar les restes arqueològiques de la ciutat de Stobi. El sol crema com no ho havia fet durant cap dels dies que portem de viatge. Tenim gana i marxem a Veles per poder dir que hem dinat a la capital de les fake newsLa ciutat ve a ser una versió balcànica de Cornellà de Llobregat on podem observar l'adaptació macedònia dels nostres apreciats quillos. Mai ens havíem sentit tan observats, la gent ens assenyala com a bèsties estranyes. Què hi foten els turistes en un lloc com aquest?

8 d'abril - Abans de marxar visitem per última vegada el barri turc de Skopje. En Gerard i jo coneixem a un home que atresora un retrat dels Jordis (Cuixart i Sánchez) a la seva botigueta d'insignes soviètiques. El món és un estrany mocador. Aprofito els meus darrers minuts a la ciutat per canviar els dinars que m'han sobrat per euros. 1.220 es transformen en 20, de macedoni ric passo a europeu precari.

El viatge amb taxi a l'aeroport se'm fa llarg. Tots dormen i jo decideixo parlar amb el conductor. Parlem sobre el que se sol parlar en aquests casos: meteorologia i política. M'explica un parell de coses que no recordo i, tot seguit, em pregunta per Catalunya. Com és habitual fora de les nostres fronteres, la gent té una visió molt més èpica de la que el conflicte català mereix. "You are fighting for freedom" - em diu. No sé què respondre. Tot, a tot arreu i sempre, és més complicat del que sembla. Somric. Em convida a fumar i responc amb l'única paraula que he après a dir: "благодарам" (gràcies).

Nosaltres i l'Alexandre de la discòrdia